sábado, 8 de marzo de 2014

El complejo proceder de la raza humana



Por Denis María Reyes.

Por mucho que me lo pregunto no acabo de entender el proceder de la raza humana, pues la mayoría de las veces, más que por altruismo, actúa por el neto placer de la supremacía, sin calcular cuánto, ni a quiénes, ni a qué, le hace daño. Su entendimiento no le da ni para pensar que al final todo se volverá contra sí como un puro boomerang, pues si arruinas lo que tienes, más temprano que tarde, terminarás de la misma manera.

Me agota -y no creo que mi mente sea más frágil que otras- esta pugna que nadie puede ignorar, pues este espíritu guerrero de los hombres data desde los inicios de la existencia humana; y lo que más me aterra es que esta hostilidad va a finalizar únicamente cuando se extinga la vida terrestre. No es pesimismo, no; sino que los acontecimientos bélicos a lo largo de la vida, no dejan alternativas para argumentar lo contrario.

En la obsesión por entender el intríngulis del funcionamiento del cerebro de los hombres, recurro a la ciencia, la que confirma que la “especie humana tiene la responsabilidad de su propio futuro,” así que, si analizamos este axioma, no es difícil inferir cuál será el futuro de la humanidad, en la que precisamente, los más poderosos, van arrasando con la vida, arguyendo criterios que ni ellos mismos se lo creen.

Contrariamente a lo que aconseja la lógica, el hombre se afana en llegar a desconocidos e inhóspitos mundos –lo que no objeto- pero ¿No sería más razonable que primero  resolviésemos los problemas que agobian a la humanidad  aquí en la Tierra?

De qué servirá llegar a la Luna, a Marte o a cualquier otro Planeta cuando aún no aprendemos a cuidar la heredad en que vivimos, cuando no resolvemos el problema del hambre que padecen unos 870 millones de personas en el mundo; no solucionamos con eficacia y en todas partes, las epidemias que las azota, la insalubridad en las comunidades que viven en condiciones paupérrimas; la abismal desigualdad entre los seres humanos; cuando no hemos sido capaces de proteger todo lo que es tangible y esencial aquí, por donde circulamos y podemos respirar, libre de medios sofisticados, un aire que, si bien es cierto, que lo hemos enrarecido con el quebrantamientos de las leyes naturales, también lo es, que aún vivifica a los seres.

En mi afán por el tema, hurgo en la ciencia para tratar de entender el enigma de la mente humana y qué encuentro: según la definición del médico neurólogo austriaco, Sigmund Freud, en su teoría sobre el miedo –por citar tan sólo un ejemplo de sus vastos estudios- existe un miedo neurótico, el que no tiene ningún fundamento, precisamente el empleado por ciertos gobernantes para atacar a determinados países porque, argumentan, constituyen una amenaza para, nada más y nada menos, que el país más poderosos del mundo, Estados Unidos.

Obvio, ese es su mecanismo de defensa y para esconder sus verdaderos propósitos, para mantenerse vivos como Sistema. Creo que en estos momentos ellos, los Estados Unidos, están luchando “con el miedo al miedo” de perder su supremacía mundial, a contraer el dominio que actualmente tienen sobre algunas áreas del Planeta.

Y de esta manera crean una fechada falsa para “libertar” al mundo de un supuesto terrorismo, cuando sus verdaderas intenciones son desestabilizar los regimenes con ideas sociales opuestas a las suyas.

Todo un teatro para ocultar sus malévolas intenciones: la injerencia en asuntos ajenos; método solapado contra cuanta “espina se le atraviesa en su ancha y ambiciosa garganta geopolítica”. Ahora amenazando con sus fauces, amén de a otros, a países de América Latina, no sin antes haber anclar sus garras en algunos del Medio Oriente.

Así anda el Mundo; y los hombres dejamos que manipulen nuestros sentimientos. Que nos enseñen a matar a los semejantes sin remordimientos; y al par, vamos destruyendo Naturaleza, medios, sociedades, la obra humana que a lo largo de siglos, ha cimentado o erigido este portentoso ser que tiene la posibilidad de andar erecto, cavilar, amar y vivir en franca armonía con sus semejantes y su portentoso Medio.

Estas y muchas otras son las razones por las que no comprendo el complejo proceder de la raza humana, la que va apurando su propio exterminio.

¡Qué desperdicio… con el Mundo tan maravilloso que tenemos!

08/03/14

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