sábado, 1 de junio de 2013

Ricos y Pobres andan por líneas paralelas

Por Denis María Reyes

Los 870 millones de personas carentes de los alimentos esenciales para su desarrollo podrían sentir un alivio a sus penurias con una política defensora y al menos un mínimo de humanidad, por parte de los gobiernos, los gremios sociales y los más poderosos del mundo, obvio.
En la actualidad, los caminos entre ricos y pobres equidistan; los unos y los otros andan por líneas paralelas, los primeros, porque les conviene y los segundos, porque no encuentran la manera que la rueda de la fortuna gire, aunque sea por un instante, hacia sus rostros.
Como consecuencia de crisis económicas, alza de precios de alimentos y medios esenciales para vivir; guerras, desastres naturales, epidemias y una política de empleo discriminatoria, las clases más desposeídas se ven afectadas severamente, hoy, más que nunca.
Uno de cada seis niños de países en desarrollo -apuntan versados en el tema- tiene bajo peso; uno de cada cuatro, posee retardo en el crecimiento y unos 66 millones van a la escuela primaria con hambre; a pesar de que la producción agrícola mundial podría alcanzar para alimentar a más de 14 mil millones de personas, es decir, dos veces la población de todo el Planeta.
Mas, reconforta saber que Cuba, un pequeño país, fustigado por el férreo Bloqueo Norteamericano, esté -según informe del PMA (Programa mundial de Alimentos)- entre los países con tasas muy bajas de subnutrición.
La pequeña Isla caribeña comparte la posición (en el período 2010-2012) con países como: EE.UU., Venezuela, Canadá, Chile, México y Uruguay, los que, igual que Cuba, tienen menos del 5 por ciento de su población afectada por hambre.
A partir de estudios realizados -afirman directivos del PMA- con más de 3 mil millones de dólares al año se podría mitigar el hambre de los niños que en edad escolar padecen el flagelo ¿Acaso los 10 hombres más ricos del mundo, con un capital ascendente a más de 464 millones de dólares en su conjunto (según estudios de 2012), no podrían destinar esa minucia a los desdichados infantes?
Iguales posibilidades tienen las 10 ciudades del orbe más poderosas económicamente, por referirme sólo a éstas, sin obviar otras que, de la misma manera, podrían apoyar la causa de los pobres. Algunos estudios (que varían de un año a otro y según los investigadores) sitúan en la lista de 2012 a: Tokio, Nueva York, Los Ángeles, Chicago, Londres, Paris, Osaka, Ciudad México, Filadelfia y Sao Paulo.
No hay dudas de que solamente una pequeñez del capital  de esas urbes, podrían ayudar a alcanzar el propósito de reducir a la mitad -para la ya cercana fecha del 2015- el número de hambrientos en la comunidad internacional, tal y como figura en el primero de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, de las Naciones Unidas.
El hambre es el mayor riesgo de la salud -certifican expertos- pues la cifra de muertes por esta causa es suprior a las ocasionadas, en su conjunto,  por el SIDA, la Malaria y la tuberculosis.
Mas, pese a eso, muchos gobernantes, en vez de luchar por la erradicación de la pobreza, gastan sus  millonadas en programas bélicos, con argumentos incoherentes e injustificados, pues sus verdaderos propósitos son claramente oportunistas, ambiciosos y de ramificación mercantil ¡Nada humanitarios!
Es el caso de las guerras en el Medio Oriente, de la fabricación de aterradores armamentos, aviones bélicos, mísiles y naves espaciales; muchas de estas últimas, para bien de la humanidad, pero igual, para su destrucción o el predominio absoluto sobre el Mundo, de acuerdo a quienes las fabriquen o dirijan.
Ojalá los poderosos del Mundo pensasen como el Apóstol de Cuba, José Martí, cuando enunció: “Con los pobres de la Tierra/quiero yo mi suerte echar…”, pues de seguro, si así fuese, ese ‘mundo mejor’ que tanto clamamos, sería dable más temprano que tarde. 
Ojalá –repito- que los 450 millones de dólares que Estados Unidos pide a su Congreso para el mantenimiento de la cárcel en la ilegal Base Naval radicada en Guantánamo, Cuba, se los diesen, sí; pero para socorrer a la también millonaria cifra de hambrientos en el Mundo, que en vez de bombas –como las arrojadas por los pavorosos Drones- esperan alimentos, medicinas y abrigo.

En ese reflexionar, incontables veces me he preguntado ¿Adónde fue a parar la misericordia de los hombres? Es que es difícil asimilar la maldad que hoy gobierna el pensamiento de muchos de ellos.
01/06/13

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