sábado, 1 de junio de 2013

¡Hace falta que los montes griten…!

Por Denis María Reyes

Ojala los árboles, la atmósfera, las aguas pudieses emitir una alarma cuando fuesen agredidas por el hombre; y defenderse de estos como lo hacemos los humanos y los otros seres que muerden, corren, o vuelan  hasta quedar fuera del alcance de sus temibles perseguidores. Tal vez así el Medio escaparía a la indolencia, a los ataques de quienes lo habitamos.
Mucho se habla a diario, y más en el Día dedicado a la defensa de la naturaleza, de lo que se hace y no se debe; de los proyectos en su defensa y de las presentes y futuras consecuencias por los desmanes cometidos hoy contra nuestra casa Grande, la madre de todos, la Pacha Mamá; y hasta mostramos amor por ella, pero cuando de intereses personales se trata es difícil detener la mano ¿Será que no pensamos en los sucesores?
En el 2050 la población mundial se acercará a los 8 mil millones de habitantes –prevén expertos- el 50 por ciento, de la actual población, cuantificado desde 1999: Y para esa misma fecha los gases de efecto invernadero, deben haber disminuido, igual, en el 50%, respecto a los niveles registrados a principios del Milenio; mas, al paso que vamos, no creo que alcancemos la meta.
Es que muchas de las naciones aún no aceptan en todas sus partes los acuerdos vinculantes del Protocolo de Kioto, y en tanto adecuan el documento acorde con sus intereses, la atmósfera, por citar uno de los asuntos más peliagudos, sigue intoxicándose con los dañinos vapores expelidos hacia las alturas.
En consecuencia, la Tierra sigue recalentándose y con ella los océanos que día a día van  elevando su nivel; aunque de seguro, al menos los de mi generación, no veremos sus efectos, mas, los del futuro, sí. Son unos 60 millones de personas las que viven a un metro o menos del mar y que, para no ser engullidos por las aguas, tendrán que decir adiós a los encantos naturales de las zonas costeras.
Alerta la Organización de Naciones Unidas, que si no se adoptan las precauciones pertinentes, para el 2050 tendrían que alejarse del entorno costero unos 200 millones de personas. Está previsto y en eso coinciden tanto países desarrollados como en desarrollo, que es una necesidad imperiosa evitar que la temperatura del Planeta supere los dos grados; y en ese sentido se proyectan.
El tropical clima cubano, como consecuencia del cambio climático –estiman científicos- ha sufrido variaciones. Ahora los veranos, o los tiempos de calores, son más prolongados, mientras que el de los de inviernos, ha disminuido. Las sequías se han incrementado en frecuencia e intensidad, igual que el nivel medio de la temperatura, así como la altura del mar, que se elevó por año a más de 2 milímetros.
Eso, de acuerdo a registros oficiales, pero el cubano nato no necesita de ellos para saber cuán variable se torna hoy el clima de la Isla; y dan fe de ello, los bruscos cambios de la temperatura, los regimenes de lluvia, la fuerza de los ciclones, huracanes, tornados. A veces, amanece con frío y anochece con calor, o viceversa.
Los frecuentes e intensos fenómenos naturales que se suceden en diferentes partes del mundo y de lo que Cuba no es la excepción, igualmente demuestran cuán bravía es la respuesta de la naturaleza que milenariamente ha sido dañada por lo humanos.
Entre todas las batallas, hay una primordial –que lleva sobrentendidas otras- evitar que la temperatura mundial no supere los 2 grados centígrados; y ¡qué bien que tengamos en cuenta eso! porque si hoy casi nos sofocamos ¿Qué será de la humanidad con otra vueltecita a la tuerca?
¡Hace falta que los montes griten, que las aguas giman y las aves hablen para que los humanos entiendan de sus agonías cuando se les hiere! o que el Infierno de Dante, de la “La Divina Comedia”, fuese real, para que todo aquel que atente contra sus semejantes o las propiedades, sea enviado directamente al Circulo No.7 de allí ¿Acaso no es la Tierra nuestra mejor y mayor posesión? ¡¿Cuándo el hombre entenderá eso?!
01/06/13

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