Por Denis María Reyes
Un amigo me hizo saber que “Lo
bueno de los tiempos difíciles es que ahuyentan a las falsas amistades…” y
cuánta razón le asiste, mas en la vorágine de la vida pocas veces nos detenemos
a pensar en el significado de pinceladas como estas, que advierten y resultan
valiosas, no para vapulear a los simuladores, sino para ayudarlos a ser
auténticos.
Es que al llevar dentro ciertas
miserias humanas, contrario a lo que se cree, se es un ser infeliz. Vea, al que
se le odia o envidia, por citar algunos ejemplos, raramente conoce que no “es
santo de devoción” de persona alguna; y por ende, no siente alteración en sus
sentimientos. Entonces, de los dos ¿Quién sufre?
Usualmente, al descubrir a un
hipócrita, nos angustiamos, cuando contrariamente debiésemos alegrarnos, pues
su falsedad ha quedado al descubierto librándonos del mal gusto que dejan las
ingratitudes.
Cuando se es diáfano, se es feliz,
en tanto los fingimientos son incómodos porque no se sabe ni cómo sonreír para
agradar y conseguir que triunfen sus ocultas intenciones ¡Y qué pena ser
desenmascarado por los interlocutores!
La mayor satisfacción que puede
sentir un ser humano es la de socorrer desinteresadamente a sus semejantes, ver
su alegría, su agradecimiento y saberse partícipe del alivio a su dolor. Por
eso me adhiero el pensamiento de José Martí, Héroe Nacional de Cuba: “Ayudar al
que lo necesita no sólo es parte del deber, sino de la felicidad.”
El amigo auténtico está siempre
junto a ti, tanto para reír como para llorar. Te da su pan, te abriga, te cuida
y estará a los pies de tu lecho si enfermaras; pero si alguien, que crees
incondicional, no hiciese eso, no sientas aflicción por ti, sino por él, pues
su doblez lo irá aislando de todos.
La amistad es entre individuos,
pero también entre los países. Cuba es un paradigma de confraternidad entre
naciones, lo que ha demostrado con una carga de salud y de otras enseñanzas que
han beneficiado a los más necesitados de varias Patrias del Mundo, y por el
único interés de repartir felicidad y bienestar más allá de sus fronteras.
El amigo incuestionable da, no
pide; está radiante, si lo estás tú; y cuando precisas de él, aparecerá al
instante. Es que, la amistad, no busca utilidades, sino la felicidad de los
semejantes.
20/05/13
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