lunes, 26 de noviembre de 2012

El peor tifón es el propio hombre

Los huracanes en el Mar Caribe son cada vez más destructores. Foto: Tomada de Cubadebate.cuPor Denis M. Reyes

Los eventos meteorológicos llamados tormentas, ciclones, huracanes -de las categorías que sean- llegan y destruyen el entorno, todo lo que han hecho los hombres y hasta a ellos mismos, si no precaven.

La penetración de éstos en cualquier país es inevitable, pero hay actitudes insensatas de los humanos, sin justificaciones defendibles, que igual, hacen trizas el Medio Ambiente y todo lo que les concierne, ¡Una mera barbarie! Como la reciente y reeditada actual acción bélica llevada a cabo por Israel en la Franja de Gaza, Palestina.


Ante las catastróficas contingencias naturales solamente son posibles ciertas acciones protectoras, como, invariablemente, sucede en Cuba frente a los fenómenos naturales que arremeten contra la Isla casi anualmente.


Mas los perjuicios que les atañe a la voluntad de los hombres, quienes adversamente, mantienen la idea fija de dominio absoluto sobre la más completa de las naves espaciales, la tierra, debieran trocarse en salud, educación, asistencia social, en la lucha por la erradicación de la pobreza y de las actitudes violentas; flagelos que truncan la vida, así como destruyen los milenarios patrimonios mundiales.


Este octubre de 2012 –periodo en que, por cierto, se averió mi ordenador- uno de esos peligrosos fenómenos naturales, el ciclón Sandy, la emprendió, primero contra países del Caribe, donde dejó cuantiosas pérdidas, entre los que se incluye el Oriente de Cuba; luego –pues no distingue entre fuertes y débiles- contra el militarmente poderoso Estados Unidos y después embistió a Canadá, donde igual, marcó a sus habitantes con sensibles pérdidas humanas y económicas.


El fenómeno fue engañoso como quienes pretenden convencer a toda una humanidad de la justeza de su obstinada negativa a finalizar el execrable bloqueo económico, comercial y financiero mantenido durante décadas contra Cuba, de la misma manera que han intentado justificar las hostilidades hacia la Isla, que ya sobrepasan el medio siglo.


Pero como las mentiras tienen vida efímera –dijo un colega- sus propagandistas o ejecutivos quedan sin argumentos ante cualquier indagación sobre las razones de la obstinada política imperial.


Por eso, por la carencia de evidencias, como ha sucedido hace más de 20 años, una aplastante mayoría de los países que integran las Naciones Unidas (ONU) se pronunciaron una vez más a favor de la Isla cubana: Esta vez 188 países apoyaron a Cuba, frente a tres votos negativos y dos abstenciones.


Una vez más la injusticia de Washington contra la Isla quedó al descubierto; y nuevamente EE.UU. incumple la decisión de las mayorías. De la misma manera que su más fiel aliado –Israel- ha desoído reiteradamente los llamados de la Comunidad Internacional sobre el cese de hostilidades contra el sufrido pueblo de Palestina.


Y si esas actitudes son incomprensibles, análogo resulta el derecho a veto que tienen los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la Onu: Rusia, China, Reino Unido, Estados Unidos y Francia, facultad absoluta de esas naciones para oponerse o parar unilateralmente una decisión de la mayoría, privilegio que no me parece justo, pues los destinos de la generalidad han de ser resueltos por todos. Al menos así pienso, amén de la justificación que sustenta el precepto.


Recientemente Cuba denunció en Ginebra, según reportó Prensa Latina, “el gravísimo peligro que representan para la humanidad la existencia de 22 mil armas nucleares, el incremento de los gastos militares y el desarrollo del arsenal convencional.”


La imputación fue hecha por Rodolfo Benítez, representante cubano en la Reunión de las Altas Partes Contratantes de la Convención sobre Ciertas Armas Convencionales, -según señaló la Agencia- quien dijo además que el pasado año los gastos bélicos alcanzaron la cifra récord de 1,74 billones de dólares.


Como se aprecia, no es precisamente Cuba la que posee arsenales de armas nucleares y convencionales amenazantes sobre la humanidad –y está, no obstante, en la lista de países terroristas- como tampoco es la responsable de las agresiones bélicas ocurridas en diferentes partes del mundo.


Cuántas vidas podrían salvarse con esos billones, cuánto beneficios podría recibir la humanidad; pero contrariamente sus poseedores prefieren usarlos para centuplicar la destrucción y el hambre, olvidando que la naturaleza no necesita que la aticen para llevarse todo en un santiamén ¡Mire usted si la precipitamos!


Yendo hacia otros asuntos –aunque no ajenos a la idea inicial- deseo que haya muchas súper Tierras, aún cuando sé que ni las generaciones subsiguientes disfrutarán de sus posibles beneficios, pues si lejos están ellas –las Súper- más aún está la posibilidad de alcanzarlas ¿Por qué entonces no probamos a querer y cuidar más la que está bajo nuestros pies?


Me fascina saber de los horizontes perdidos; y hasta querría admirarlos, tocarlos, adentrarme en cada uno de los rincones de esos lejanos mundos, pero, entre unos y otros anhelos, escojo el deleite por nuestros bosques, ríos, mares, océanos, lagos, el firmamento con su astro Rey y sus millones de estrellas; mis noches, mis días, mi cálida brisa.


Total –reflexiono- ¿Para qué queremos más asentamientos? Es que tenemos una sola vida que, hasta hoy, rebasa poco más de los 100 años; y eso, en escasos humanos.


A los Huracanes naturales, apenas podemos enfrentarlos –reitero- pero a los vientos brutales de los hombres, si nos unimos como “la plata en las raíces de los Andes”, los contendremos, no lo digo yo, sino lo vaticinó el Ilustre y versado cubano, José Martí, Héroe Nacional de Cuba.


Y es que, esos ‘tifones humanos’ no dejan más que estériles cenizas sobre este edén natural del universo que un día se extinguirá debido a la colosal avaricia de los hombres.



26/11/2012

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