Por Denis María Reyes
No es la primera vez que coincido con los que afirman que desde que los humanos tuvieron uso de razón comenzaron las hostilidades entre unos y otros, rivalidad que, hasta cierto punto ha deshumanizado a muchos ¿acaso podríamos decir que la realidad de hoy y todos los tiempos ha sido y es un prototipo de amor y fraternidad entre éstos, los hombres? Indudablemente NO.
Según
estudios, existen genes en los individuos que los predisponen a la violencia,
pero si se les estimula –digo- peor aún. Por eso concuerdo con que la raíz del
asunto está en la alineación de las personas, más que en su ascendencia
genética. El principio está en cómo hayan sido guiados por sus padres,
maestros, y en la ideología predominante en su entorno social, insisto.
Si el ambiente en que se desarrolla un niño es hostil, vivirá en rivalidad con sus colegas de estudios, con sus colindantes, con la familia, en general, con la humanidad; igual, si al comenzar sus primeros juegos se les entrega como juguete un artefacto de guerra, éste, inequívocamente aprenderá, si no se le enseña, que su finalidad es doblegar a sus adversarios ¡Mal alumno sería si de inmediato no infiere el mensaje!
Y ¿cuál
es la instigación de la casi totalidad de los videos de entretenimientos, qué
se observa en éstos, sino crímenes, peleas, ambición de tronos, lucha por la
superioridad; lo mismo en la
Tierra, que en los supuestos Planetas habitados… en los
hogares, en las oficinas, escuelas o en cualquiera de los espacios en que se
mueve el hombre?
La
violencia, cómo si no fuera suficiente, está presente en la mayoría de los animados
infantiles; lo mismo entre niños y mayores que entre imaginados oriundos de
otros mundos, o entre los irracionales animales, que evidentemente, a diferencia
de los humanos, éstos, no tienen otra alternativa de subsistencia.
Ídem sucede
en la pantalla grande, e igual en la chica. Actualmente es casi imposible
disfrutar de la grandeza del amor, la amistad, de la sabiduría real de los
individuos; No hay film en el cual no advirtamos violaciones de cualesquiera de
los derechos del hombre; donde no prevalezca el odio, la codicia, la maldad, las
carnicerías humanas, o el quebranto de cuánto nos rodea, incluida la propia
obra del hombre.
Armonizo
con los eruditos del pensamiento Nicolás Maquiavelo y Friedrich Nietzsche, quienes
definen la violencia como algo
inherente al género humano, pero tan cierto como eso –deduzco- es que, si ‘cultivásemos el entendimiento” tal
como lo hacemos con una huerta, los frutos serían muy diferentes a la realidad mostrada
por milenios.
Por eso
–aunque no soy letrada en la cuestión- pienso que aunque la predisposición genética
pueda influir en los seres, la raíz de la violencia tiene que ver, igual, con las enseñanzas que se les aporte a los
individuos.
Si en
lugar de enseñarlos a destruir y a destruirse, los hubiesen aleccionado en al amor a los
semejantes y a la naturaleza con mayor ahínco, tal vez no se hubiese logrado el
ideal que precisamos, pero al menos
serían más “los que aman y construyen” que los “que odian y destruyen.”
¡¿Por qué
no probamos a querernos aunque sea un poco más?! Una vida sin tantas angustias
es un anhelo viable. Tal vez no podamos arrancar el mal de raíz, pero quizás consigamos
debilitar ese equivocado cimiente.
Preciso
creer que hay más bienhechores que hombres deshumanizados para seguir luchando
con alma y corazón por este Mundo que
tanto amo.
12/09/12
1 comentario:
La vita è bella, ma noi riusciamo a renderla brutta!! buona giornata...ciao
Publicar un comentario