miércoles, 4 de enero de 2012

Contra la corriente



Por Denis María Reyes


Contra la corriente no es precisamente caminar río arriba o batirse contra un torrente de agua que irremediablemente nos ahogaría durante su curso, sino enfrentar con empuje de huracán todo lo que perjudique la ‘salud’ de los ríos, fuentes de vida del planeta y de cuantos seres existen en él. 

Hoy tratase de los ríos, pero igual habría que pensar si el propósito fuese hablar de lagos, mares, océanos, del agua en cualquiera de sus formas, elemento sin el que la vida sería imposible.
 
Indica –la frase- estar en desacuerdo con el arrojo de desechos y contaminantes en los ríos, porque, irremediablemente estas aguas por todo su trayecto irán perjudicando la salud humana, animal, de las plantas y del propio Planeta.

Solamente el 3 por ciento del agua presente en la hidrosfera es dulce y somos ya poco más de 7 mil millones de seres humanos dependiendo de ella para: labores agrícolas e industriales, la higiene personal y del hogar, la elaboración de alimentos, en fin,  para la totalidad de la actividad humana. 

El agua, tras su ciclo, invariablemente retorna a la tierra, pero regresará de la misma manera que fue, para bien o para mal, según los contaminantes que se le hayan agregado.

Los ríos son ‘las venas del planeta’ y como los filones  que llevan la sangre por todo nuestro cuerpo irrigándolo con el vital fluido, igual ellos le entregan a la tierra y a sus seres vivientes todo lo bueno o malo que arrastran durante su curso, para bien o para mal de la vida, según la responsabilidad conque hayamos asumido nuestro rol en el ambiente que nos rodea.

En los ríos hay vidas que se sustentan y nos mantienen, de la misma manera que desde que surgieron las civilizaciones han sido una vía para acortar distancias entre las tribus, pueblos, países, así como para la facilitación de la actividad comercial entre éstos. 

Sus aguas, como las de los restantes reservorios, constituyen un eficaz medio terapéutico. Sirven como relajante muscular y para despejar la psiquis, proporcionando alivio corporal y espiritual.

Cuando los manantiales brotan a la superficie para formar los ríos, son limpios, e ideales por su bajo contenido salino, pero  el hombre indolentemente vuelve pútridas sus aguas invalidándolas para los usos y el consumo humano.

Los ríos son como largos filones plateados que adornan el planeta por doquier, pero más que eso, son fuente de vida, razón que nos asiste para no permitir que la indolencia los convierta en un venenoso torrente. 

Hoy estamos “aguas arriba” y tal vez mañana “aguas abajo”. Eso no debemos olvidarlo. 



4/1/12

2 comentarios:

David del Bass dijo...

Espero que no terminemos llevandonos las manos a la cabeza cuando nos carguemos las reservas naturales de agua dulce.

marta dijo...

Es impresionante pensar los miles de millones de años que han habitado el planeta otras especies y lo que estamos haciendo nosotros en apenas dos siglos, desde la revolución industrial.Ojalá lo pudieramos parar