Por Denis María Reyes
¡Cuántos sueños volatizados en el éter cuando se cercena la vida de un niño! (http://es.wikipedia.org/wiki/Ni%C3%B1o) Un ser que apenas sabe de existencia por el instintivo deseo de saciar su apetito o por una desconocida señal de alarma en su diminuto cuerpecito.
¡Cuánta infelicidad inducida por individuos, que sí, tuvieron el placer de crecer y andar por el paraíso de la vida!
Cómo no entender que ellos también han de disfrutar de las dádivas del paradisíaco mundo sin que nadie les decline sus Derechos (http://es.wikipedia.org/wiki/Declaraci%C3%B3n_de_los_Derechos_del_Ni%C3%B1o)
Los niños son la esperanza del futuro, mas, son millones en el mundo los que no llegan a crecer: padecen hambre, son explotados e inducidos a la prostitución; que carecen de los elementales derechos a la educación, a la salud, que son relegados por la sociedad en que viven.
En el mundo, igualmente son millones de pequeños los que han perdido a sus progenitores como consecuencia de las guerras, la pobreza, la miseria; y centenares los que mueren al nacer, o apenas cumplidos sus primeros años.
“Los niños son la esperanza del mundo” diría el Apóstol cubano, José Martí, avizorando lo que hoy todos sabemos: cada vez que muere un infante, se reduce la prolongación de la existencia humana.
Ayudemos a que esa esperanza crezca y remonte vuelo hacia las profundidades de la vida, pues a ellos corresponde su continuidad, al menos hasta que las leyes naturales del Universo cancelen nuestro tiempo aquí.
01/06/11
01/06/11
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