jueves, 3 de febrero de 2011

“Los bosques para las personas”

Por Denis María Reyes

A los 2000 años y once más después de Cristo, el hombre está pensando seriamente en los bosques. En el daño que les hace ¡Y qué bien! Ha adquirido conciencia de que no es solamente a ellos a quien perjudica, sino a él mismo, pues se está crucificando a vivir en un mundo árido, improductivo que, de seguir así, finiquitará prematuramente.

Parece que los humanos están volviéndose sabios. Ya saben que la floresta es una de las principales heredades que le dio la tierra para curar y sustentar su cuerpo; y en un principio, para refugiarlo.

Aseguran expertos que las temperaturas record en diferentes regiones del planeta son la ‘luz roja’ que va señalando el impetuoso avance del cambio climático en el orbe, a la par que las catástrofes naturales, que se suceden unas tras otras, cada vez con mayor frecuencia y en lo que están influyendo además inequívocamente, los malos tratos a la floresta.

Los hombres de ciencia, avizorando el peligro, comienzan a enrumbar el camino para devolver a la tierra –por el bien de la humanidad- sus ‘pulmones y abrigo’: los bosques.

En ese discurrir han declarado el 2011 “Año Internacional de los Bosques”; un buen comienzo, que ojala que más que un efímero ciclo, alcance los lindes de la existencia para que la vida no se trunque por irresponsabilidad de los presentes.

En el año que acaba de concluir el número de muertes por catástrofes naturales alcanzó la cifra de 295 mil –reportan investigadores- apenas 5 mil fallecidos menos (a pesar de una mayor experiencia ante estas calamidades) que hace 27 años atrás, cuando en 1983, por esa misma causa, perecieron 300 mil personas. Víctimas de las enormes sequías, los terremotos, por erupciones volcánicas, deslaves, inundaciones y huracanes.

En la actualidad, en tanto en una región se habla de los mencionados eventos, en otras se sufren las afectaciones por grandes olas de calor, incendios, nevadas insospechadas, o les amenazan gigantescos iceberg que al desprenderse comienzan a navegar sin rumbo definido.

No hay zona continental libre de las consecuencias del cambio climático; y es que estas bruscas viradas no dañan exclusivamente el lugar por donde andamos o el aire que respiramos, sino que –como señalara Fidel Castro, el líder histórico de Cuba- perjudican a la par, las producciones de trigo, soya, maíz, arroz, y otros numerosos cereales y leguminosas, que constituyen la base alimentaría del mundo.

El cambio climático, que está en relación directa con el desorden mundial en la explotación de los recursos naturales y los desechos contaminantes expelidos hacia la capa atmosférica, además de alterar la estabilidad del planeta, agrava la crítica situación de los más de 1000 millones de seres humanos que sufren de hambre y desnutrición.

Y en esa anarquía global, está la utilización de los bosques, que si bien es cierto, son fuente de vida para todos los seres; también lo es que para no agotarlos y permitirles que cumplan su rol en la naturaleza, hay que ser austeros en su uso.

Precisamente, por considerar que estos ecosistemas son ‘fuente de vida’ y desarrollo; y de vital significación para la erradicación de la pobreza, desde 1985, a instancias del Consejo de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO), comenzó a ganar fuerza en la palestra internacional la lucha por la preservación de los bosques, aunque ya hacía unos dos siglos que los hombres habían comenzado a pensar en la necesidad de la preservación de los mismos.

Marcan la importancia de los bosques, la diversidad de beneficios que proporcionan a los hombres: le proveen de abundantes productos, regulan las aguas, la atmósfera; son significativos en la conservación de los suelos, evitan las erosiones, mantienen la humedad ambiental y, entre otros, el 60 por ciento de toda el agua del planeta proviene de ellos.

Sin embargo, para tristeza de los presentes - remarcan estudiosos del tema - en la actualidad las áreas boscosas no van más allá del 25 o el  35 por ciento, sin embargo, hace unos 10 000 años, la superficie terrestre cubierta oscilaba entre el 80 y el 90 por ciento.

Los bosques aún son el hogar de 300 millones de personas en el mundo, al par tienen una jerarquía vital en la regulación del clima y la supervivencia de las especies, razón de más para que los humanos hayan comenzado a alarmarse con el deterioro acrecentado de éstos.

En ese discernir es que el 2011 ha sido declarado el Año Internacional de los Bosques para mancomunadamente luchar por su conservación de manera que éstos sean como puntualiza el lema que preside el justiciero intento: Los bosques para las personas.

01/02/11

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