jueves, 7 de octubre de 2010

¡Por la vida! Hombres, hagamos un alto a la guerra

Por Denis María Reyes
denismrg@enet.cu


El vuelo de la imaginación no me alcanza para hablar de la paz porque en el intento se entrecruzan las ideas entre este término y el belicismo que ha predominado en la historia con poca tregua para pensar en la buenaventura de los hombres y su paraíso terrenal.

En la tentativa invierto la rueda de la historia y no encuentro aunque sea un instante de concordia porque la hostilidad ha estado presente casi eternamente. Y al paso que va, por lo menos estas generaciones, no verán la conciliación entre los humanos y las naciones.

Pero, cómo hablar de paz con la malevolencia mental predominante entre algunos hombres, que no consiguen ver más que sus propias conveniencias y en lugar de batallar por la vida del planeta convierte sus riquezas en el boomerang que luego lo destruye todo.

Paz quisiera encontrar en la tierra, pero ¡cómo con tantas guerras! Si desde que el hombre se volvió inteligente, se irguió, y empezó a querer más de lo que necesitaba, a golpe de garrotes, primero; a punta de ballestas, luego; a fuerza de bazucas, con bombas, mísiles y quien sabe cuántos mortíferos artefactos que apuntan ahora a la vida, no ha parado de pelear.

Comentó en una ocasión A. Cagliani, de la Facultad de Historia de Buenos Aires, Argentina: “en los últimos 5.000 a
ños de historia, la humanidad sólo estuvo 900 años en paz, en los cuales los hombres se preparaban para el conflicto siguiente. Más de 8.000 tratados de paz se han firmado en el transcurso de los últimos 35 siglos. Desde 1945 hasta finales del siglo XX se disputaron 140 guerras con 13.000.000 de muertos.”

Pasada casi una década del XXI ¿Cuántas guerras más ha sufrido esta civilización, cuántos seres humanos han cerrado sus ojos tras los destellos de letales explosivos? Y de ellos ¡A cuántas criaturas inocentes le truncaron su camino!

Calculan algunos expertos que, desde el año 1.000 d.c. hasta el 2.000 las guerras causaron 148 millones de víctimas, las que, en casi sus dos terceras partes, correspondieron al siglo XX. En las postrimerías de este período también hubo un significativo aumento de muertes de civiles, contrario a lo que ocurrió en su primera mitad que el mayor número de fallecidos, era de soldados.
La diferencia de muertes de civiles en aumento es obvia si tenemos en consideración que el armamento es cada vez más devastador, las guerras se desarrollan a distancia y sus temibles armas tienen un alcance incalculable; y por supuesto, aún no pueden distinguir si sus víctimas son civiles o no; si niños o ancianos, si culpables o inocentes.

Cómo no estar obsesionada con las guerras si desde que el mundo surgió están ahí: en la Antigüedad, en la Edad Media y la Moderna, en los siglos XIX, XX…y seguimos en el XXI sin que los hombres actuales cejen en el empeño de destruir el maravilloso mundo que tenemos; maravilloso y único hasta lo que conocemos.

Fueron las guerras, antes de Cristo y después, son ahora; entre creyentes y ateos, por el poder, por las tierras... sus riquezas, que bien repartidas, alcanza para vivir con decoro el breve tiempo que hemos de estar.

¡Por la vida! Hombres, hagamos un alto a la guerra
¡Cómo quisiera saber que un día los humanos vivirán en Paz!

7/10/10

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