martes, 5 de octubre de 2010

Por la vida y su habitad



Por Denis María Reyes
denismrg@enet.cu


El Cambio Climático ocasionará una catástrofe sin límites: es en esa certeza que cada habitante del planeta ha de gravar su hacer cotidiano para detenerlo, porque, de lo contrario, éste pondrá fin a la existencia en la tierra.

Según estudiosos del tema, los estragos, como consecuencia del Cambio Climático, se duplicaron en la última década.  Del total de las víctimas ocurridas por los desastres en este período, el 11 por ciento fueron debido a las temperaturas con límites exagerados.

Las grandes potencias no lograron una alianza en Copenhague porque les preocupó más las pérdidas propias que el perjuicio general a la morada de todos, sin pensar que cuando el globo terráqueo “estalle”, no tendrá distingos.

Demuestran estudios que en 1997 EE.UU. fue el mayor emisor de CO2 en el mundo –gas que incide en el efecto invernadero-; mas, en ese propio año, no ratificó el Protocolo de Kyoto.

En tanto China –ahora la más comprometida con las dañinas emisiones- tampoco se proyectó a favor del Medio Ambiente en Copenhague, como no lo hicieron otros, igualmente complicada con el desastre por venir.

La cuestión es que negaron el voto a la existencia precisamente los países más industrializados; los unos porque tienen menos habitantes –argumentan- aunque más ricos; los otros, porque son muchos y poseen menos caudal. Luego, a los de menos recursos no les queda más que hacer lo que esté a su alcance.

El proyecto de Copenhague fue solo eso: una intención que el viento se llevó. Llegó el tiempo, entonces, de que todos, desde su pequeña morada, comiencen a defender la Casa Grande de la manera que les sea posible.

Mire usted, el mundo peligra y parece desmoronarse; y no es por casualidad: cada vez pierde más su pureza, su frescura, sus riquezas, sus fortalezas…sus encantos naturales.

Con el calentamiento global - aseguran algunos investigadores- puede que no disminuyan las precipitaciones. Sin embargo, sí el agua aprovechable, como consecuencia: de la creciente actividad industrial, la agrícola, el deterioro de la vegetación; y la evaporización, que sería mayor. De la misma manera, la utilización excesiva de abonos y pesticidas, al infiltrarse en los suelos, dañarían las corrientes subterráneas.

En ese discurrir propongo: en tanto los grandes acomodan sus acuerdos, por qué cada individuo no siembra un árbol, cuida sus ríos, los bosques, los mares, la tierra, en fin… aunque sea la parte que les tocó de la gran esfera terrestre.

Experimente y vea ¡Cuán agradecida será la Madre Natura! Y usted, directamente, recibirá los beneficios.

Aseguran estudiosos del tema en la ONU que en los últimos 10 años han ocurrido en todo el mundo unos 3 800 desastres naturales con un saldo 780 000 muertes; a lo que pregunto ¿Cuántas más son responsabilidad de los hechos bélicos: evitables?

 Sueño con un mundo mejor; con uno donde los hombres  -tomados de las manos- le rodeen con cánticos de paz, de esperanzas… y con amaneceres pacíficos. Es una quimera, sí, pero posible: sólo hay que bajar los brazos ante las guerras y cuidar el entorno que nos da la savia que sustenta la vida.

5/10/10.

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