Por Denis María Reyes
Años van
y años vienen, errores, aciertos, desengaños, felicidad, aspiraciones truncas,
y sin embargo seguimos impasibles como si todo hubiese salido justamente como
lo ideamos; aún cuando estamos en condiciones de dar una virada salvadora al
conjunto, o al menos a uno de los planes, que salieron al revés. He ahí el
intríngulis del asunto.
La vida,
ya lo he dicho, lo tiene y lo reparte todo por igual sin distinción de
individuos; y no estoy pensando en nada material, pues en eso, desdichadamente,
la discordancia no puede ser mayor -digo yo- y si no que lo confirmen los millones
de hambrientos y los que con engreimiento se creen dueños del mundo, o los
países con menos, y más recursos. Me refiero, al espíritu de la existencia
humana.
Veamos, mientras
vives, pierdes y recibes: afectos, sufrimientos, satisfacciones, decepciones; te
equilibras, te enloqueces. Hoy te parece que el mundo es tuyo, mañana, cuando
pierdes a un ser amado, sientes que se derrumbó tu razón de existir, que se
esfumaron tus fuerzas; mas, poco tiempo después, te resucita una nueva ilusión,
quizás la llegada de un nuevo miembro a la familia… o qué se yo.
Pero eso –el
desfallecimiento total- solamente ocurre con lo que aún no hemos podido
resolver, ni creo que lo conseguiremos: con la muerte, pues “la fuente de la
eterna juventud” sigue siendo una aspiración quimérica.
Mas, en
mi cavilación me refiero a la inacción ante lo que salió mal y que puede ser enderezado
tan solo con un proceder diferente; a la falta de voluntad y fuerza para zanjar
lo que nos daña la existencia, la que se va –razone- en un soplido.
A la vida
hay que ‘irle de frente’ y sin temor. Sólo el firmamento y sus constelaciones -repito-
las insondables oquedades de los océanos y de la Tierra, se nos hacen un tanto
imposible y no obstante, el hombre no ceja en el empeño de alcanzarlas.
La
mayoría de los tropezones que damos en el cabalgar por la vida tienen soluciones,
mas, muchas veces, mostramos pereza e incapacidad para desbrozar el camino que
nos conducirá a una existencia plausible, por supuesto, despojada de ambiciones
triviales.
Sobre la
vida siempre hay de qué hablar y nunca faltan los teorizantes -que es de sabios
escuchar- pero si importante es eso, también lo es, dar oídos a la voz de la
conciencia ¿Quién mejor que ella para decir lo que hicimos bien, mal, o lo que ha
ido en detrimento de la paz espiritual, de la salud, de la existencia?
Mucho más
podría expresarse sobre esta cuestión, más huelga repetir lo que de una forma u
otra está dicho. Sólo resta insistir en que
el año viejo está a punto de cerrar sus puertas, mas si aún estás, antes de ingresar
al nuevo, lleva contigo el memorial que te ayudará a subsanar los errores del
presente.
Amigo, créelo,
si te lo propones, puedes escalar a la cima del mundo, pero para ello has de erradicar
la pasividad ante lo que has hecho mal: Anula, perfecciona, enmienda las
acciones deficientes. Si sabes buscar y aceptas la raíz de cada error, te
aseguro que irás rumbo al éxito. El 2014 te da una nueva oportunidad
¡Aprovéchala! De esa manera estarás perfilando la feliz continuidad de tu
adorable existencia.
30/12/2013
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