viernes, 21 de diciembre de 2012

Tenía la certeza de que el Mundo no acabaría hoy

Por Denis María Reyes

Sigue tan hermoso como siempre
Tenía la certeza de que el Mundo no se acabaría hoy 21 de diciembre de 2012, como tampoco terminó en 1874,1914, 1925, 1960, 1975, 2012, por citar algunos de los plazos en los que religiosos o no, han vaticinado el gran Apocalipsis mundial; convicción que siempre he tenido porque ningún hombre tiene el don para augurar semejante ocurrencia con inequívoca exactitud.

Cálculos, a partir de los eruditos de las ciencias astrales, pueden presuponer que en una hora, día, año o tiempo cualquiera sucederá una catástrofe sin paralelos que lo desintegre o disperse todo: el entorno y cuanto le pertenece. Y eso sería, tal vez por un suceso natural, o porque en la actualidad la mayoría de los poderosos ‘cerebros’ que gobiernan el mundo lo hacen irreflexivamente.

Si el mundo debía acabarse en esta fecha que marca el inicio del solsticio de invierno, tal y como sucede con la entrada de la primavera y su equinoccio, antes que hoy debió terminar en Japón, China, Australia y otros países que se adentraron primeramente en el supuesto fatídico día.

¡Hasta cuándo! me pregunto, vamos a seguir dejándonos embaucar por quienes se valen de artificios para atraparnos en sus redes, con ésta u otra predicción. Unos 'caen' en las innumerables sectas, otros van directamente a llenar las arcas de los -nada ingenuos- negociantes que aprovechan cada oportunidad.
Las probabilidades de un cataclismo mundial existen, pero porque igual que nuestro Planeta orbitan en el espacio infinidad de estos, asteroides, meteoritos, elementos que pueden impactar la Tierra por un imprevisto desajuste de las leyes gravitacionales u otro fenómeno natural aquí, donde vivimos.

Calculan expertos, por citar un ejemplo, que la probabilidad de que un asteroide de 10 o más kilómetros de diámetro, -entre otros tamaños- impacte contra la Tierra, es de 1 vez entre 100 millones, lo que provocaría unos 10.000 millones de víctimas y daños descomunales. No el fin.

Pero como este 21 de diciembre de 2012 no hubo ni zombies, ni invierno nuclear, ni tres ni cuatro días de oscuridad; ni lluvia de meteoritos bombardeando la Tierra y tampoco el Mundo se acabó; hoy mismo -no lo dude- los teóricos del Apocalipsis ya se estarán inventando otra “historia” para embaucar a los fanáticos que prefieren vivir enajenados antes que enfrentar las realidades que sí están “arañando” nuestro Mundo.

Los ciclos o baktunes del calendario Maya son de 400 años y este 21 de diciembre de 2012 finaliza el registro de 5 200 años de esta cultura que seguramente no imaginó que habría tanto nerviosismo en torno a su decisión de rematar en ese punto –quién sabe por qué- el almanaque mediante el que organizaban su día a día.

Como para mí –exceptuando los cálculos científicos que si pueden acercarse a la realidad- no existe humano que pueda predecir lo que no es “palpable” a las 11 y 55 minutos exactos, me sentaré a refrescar las neuronas y a esperar el anunciado fin de nuestro mundo.

Puede llegar el fin, sí, pero por los malos tratos que le damos; o porque, simplemente, se acabe su tiempo, como el de otros astros, el suyo, el mío, el de todos.

21/12/12

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