Por
Denis María Reyes
Ahí, como en esa foto, casi comienzan los “abriles”; no
el mes de abril, sino los que van sumando sobre sus cuerpecitos, los que les muestran
lo bueno y lo malo de la vida; durante los que forjan su personalidad, su
futuro; los que, finalmente, dirán qué clase de humano llegó a ser, o si serán
recordados u olvidados por la calidad y la firmeza de sus huellas.
Ahí están ilusionados, sedientos de conocimientos; alegres,
juguetones, locuaces, repletos de energías y esperanzas, las que puedes ver en
sus ojitos negros o azules; verdes o color café, brillantes, cual dos solecitos
mañaneros, al iniciar su caminata hasta el inevitable ocaso.
Hoy, una histórica motivación los despertó temprano,
celebrarán sus “abriles”, pero no el suyo propio, sino el de la vanguardia
juvenil que en este mes, un día 4 de 1961 y 1962, los integró a la Unión de
Pioneros y a la Juventud Comunista de Cuba. Este día, cuando cumplen poco más
de medio siglo, la primera 55 y la segunda 54, continúan vigorizando sus
ideales políticos e ideológicos, su identidad ciudadana y las raíces culturales
que ancestralmente han sustentado su amor patrio.
Frágiles ahora, pero increíblemente inteligentes,
perciben, preguntan, entienden; son como esponjas que absorben cuanto pasa al
alcance de su vista, capacidad que les permite convertir en realidad la máxima
martiana: “el pueblo más feliz es el que tenga mejor educados a sus hijos, en
la instrucción del pensamiento, y en la dirección de los sentimientos.”
Por eso ni los más añejados, ni los menos, olvidarán el
abril de los jóvenes, pero tampoco los días de la batalla de Girón, cuando
bandas mercenarias intentaron arrebatar el triunfo revolucionario a los cubanos
y cercenaron la vida de muchos de ellos, cuando aún, algunos, eran casi niños.
Son fuertes razones, para ir de abril en abril,
recordando la historia.
04/04/16
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