Por Denis María
Reyes
Las personas
“entradas en años” suelen tener más experiencia que en su juventud, por eso
sorprende que la humanidad, ya añejada, en vez de manifestar madurez, se enrede
en conflictos dañinos a la existencia, en lugar de aprovechar sosteniblemente
cuánto la Naturaleza le da, de manera que en el futuro no haya que culpar a los
presentes por el desastroso legado mundial.
He aprendido y
pienso que todos lo sabemos, que del medio hasta las malas hierbas aportan
beneficios a la salud del hombre, pues muchas son tan eficaces como los
medicamentos industrializados; en tanto, los vegetales, los frutos, igualmente
presentes en la naturaleza, son ricos en minerales, proteínas, vitaminas, en
todo lo que necesita el organismo humano para su conservación sana, componentes
que se obtendrán en la misma medida que seamos capaces de producir sus
portadores; y muchos de estos, hasta crecen espontáneamente.
En todos los
países son extensos los terrenos baldíos, que bien aprovechados podrían
sustentar a los necesitados de cada región, sin tener que maltratarnos y
saquear las fortunas ajenas.
Nuestro fértil
planeta posee las más diversas riquezas, que, bien distribuidas, alcanzarían
para que ningún ser humano tenga que vivir en paupérrimas condiciones como
sucede hoy con muchos; sin embargo, por la codicia, en lugar de cultivarlos son
deteriorados de las más disímiles maneras.
No hay que
repetirlo pues todos sabemos cómo y de
cuántos modos los homo sapiens están destruyendo al mundo, lo que podía ser
admisible entre nuestros antecesores, pero ¿Entre los actuales?
¡Es tanto lo
que hay que hacer por la vida! sin embargo muchos de los eminentes pensadores
desperdician su sabiduría en ciencias encaminadas a la destrucción de la
humanidad y por ende, su propio mundo, el único donde se puede poner los pies
con firmeza, respirar sin artificios, gustar de sus aguas y refrescarnos con su
excepcional brisa, la lluvia y a los compases de las olas marinas; condiciones
que suponemos y anhelamos encontrar en otros planetas, pero que aún no hay evidencias
palpables en ninguno, al menos que hayamos podido constatar.
No caben dudas
que si las fuerzas individuales y las riquezas de cada nación fuesen
administradas por seres con auténticas intenciones por disfrutar de ese mundo
superior que tanto pretendemos, lo alcanzaríamos. Es preciso que la
inteligencia humana se proyecte única y sinceramente para el beneficio de los
hombres y no para alimentar el egocentrismo de los gobernantes de las naciones
económica y militarmente poderosas, superioridad conseguidas, “a saber de qué
manera”, o sí, bien que lo sabemos.
A veces hay
procederes con apariencias de buena voluntad, sin embargo, tras ese engañoso
actuar, tratan de ocultar las verdaderas
finalidades. Es la estrategia, son “cantos de sirenas”, como diríamos por acá,
para, a fin de cuentas, tratar de imponer sus doctrinas; no precisamente para
resolver los problemas individuales de las personas y los países, sino para
continuar su ascensión hacia la cima del mundo.
Como el pulpo
va extendiendo sus tentáculos por todos los terrenos aún no alcanzados; y lo
hacen de forma tan solapada –al menos eso creen- que no todos pueden descubrir
sus verdaderos propósitos. Pero, no es muy difícil apreciarlo en sus
alocuciones, sobre todo cuando se ha sido educado bajo principios firmes,
cimentados con amor, justicia, igualdad
social, cultura, razones que, unidas a una verdadera pasión por la patria y sus
símbolos más sagrados, hace de los pueblos una fortaleza infranqueable.
Resulta extraño
que seres inteligentes, como lo es el hombre, actúen de forma tan venenosa, en
vez de disfrutar y trabajar sinceramente por propiciar un mundo apacible, de
comprensión, donde el lenguaje sea común, y solamente predomine el interés por
la preservación de la vida y de nuestro planeta; por la paz, de América Latina,
como proclamara el General de Ejército, Raúl Castro Ruz, presidente de los
Consejos de Estado y de Ministro de Cuba; y por la paz del Mundo
-agregaría- pero con franqueza y hechos convincentes.
La existencia
humana es tan efímera que no puedo
comprender por qué los hombres se empeñan en truncarla y en convertir nuestro
Planeta en un Dantesco infierno. Será que siempre ha vivido en un estado
demencial, sin darse cuenta que poco a poco su insensatez está lacerando la
existencia.
¿Estarán
volviéndose locos los hombres, o será que siempre lo fueron?
31/03/16
No hay comentarios:
Publicar un comentario