Por Denis María Reyes
Lo fue ayer en
Cuba, hoy, en el Medio Oriente y seguirán perpetuamente con sutilidad y astucia
anclando sus ojos y garras en cualquier parte del mundo que ambicionen, ya sea
por sus riquezas o para utilidades estratégicas como refuerzo de su poderío
militar. Su habilidad para convertirse en garantes de asuntos ajenos, no ha
cambiado: ayudaremos –arguyen- a zanjar el conflicto y luego nos vamos con las
manos tan vacías como las trajimos.
Mentira, primero
porque llegan armados hasta los “dientes”, segundo porque si no es material el
cargamento, lo es en compromisos, acuerdos, enmiendas o tratados que atan, les
beneficia, u obligan a los países en cuestión.
Un ejemplo de
lo que digo lo es la intervención de los norteamericanos –es claro que hablo de
ellos- en el conflicto cubano-español en la Guerra de independencia. A las
puertas del triunfo Mambí, se unieron a los primeros, tras incriminar a España
de la voladura del acorazado Maine y declararle la guerra.
En ese momento,
1898, Estados Unidos, para justificar su
acción, declaró que Cuba tiene derecho a ser libre e independiente y “…que no
tiene deseo ni intención de ejercer soberanía, jurisdicción o dominio sobre la
Isla, excepto para su pacificación…” y manifiesta el propósito de, cumplido el
objetivo, dejar su dominio en manos de su pueblo.
Sin embargo,
nunca fue así, pues la dejaron un tanto sometida mediante argucias como la
Enmienda Platt, documento firmado en 1901 por el presidente de los Estados Unidos,
William McKinley; y aprobado por el Congreso de esa Nación, el que dio al
gobierno de ese país el derecho a establecer bases navales y carboneras en el
territorio nacional.
La Enmienda a
la Constitución cubana fue aceptada cuando las tropas norteñas ocupaban la
Isla, decisión que de no suscribiese –argumentaron - derivaría en que dichas
fuerzas permanecerían en Cuba, coyunda que operó en contra del deseo de los
cubanos que, no obstante, aprobaron el documento, que de hecho, dio la
posibilidad a los intervencionistas de emplazar la Base Naval de Guantánamo en
la comarca oriental con ese mismo nombre, en febrero de 1903.
Declaraban que
Cuba tendría plena soberanía sobre el territorio y las aguas de las zonas
utilizadas por ellos, lo que resultó ser un claro ardid, porque jamás la Isla ha podido ejercer ese
derecho, pues ese país hasta decidió, sin el consentimiento del pueblo cubano,
establecer allí una cárcel, donde se han violado reiteradamente los derechos de
las personas recluidas, algo a lo que la Isla se opone rotundamente.
La Base Naval
de Guantánamo, protagonista de numerosos hechos criminales contra Cuba, es una
daga en el pecho de los cubanos, la misma que, primero, conminó a aceptar la
Enmienda Platt, y que sigue lista para cercenar los derechos de los pueblos sin
escrúpulo alguno.
Hace más de 90
años que sufrimos los vejámenes que desde el enclave de la ilegal Base Naval de
Guantánamo han sido perpetrados ¿A quién quieren engañar, entonces, con su
pretendido samaritanismo?
Sería un
infantilismo creerles.
17/03/16
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