Por
Denis María Reyes
En vísperas del 8 de marzo, Día Internacional de la
mujer, me pregunto, qué decir de ellas si se habla siempre de la igualdad
social, de su emancipación, del sacrificio y la abnegación en el hogar, en el trabajo;
y en ese discurrir encontré un tema poco tratado, que tal vez para algunos parezca
fútil, pero que, realmente, no lo es, pues precisamente ayuda a realizar con
gusto y buena disposición ese cúmulo de tareas.
Ciertamente, interesa profundizar en los ángulos mencionados, pues un alto por ciento de las féminas lleva sobre sí ese suma de responsabilidades que puede provocar un estrés permanente y deteriorar la salud física y mental, no obstante, haber demostrado su gran capacidad para combinar hábilmente sus quehaceres y llevarlos a feliz término.
Ciertamente, interesa profundizar en los ángulos mencionados, pues un alto por ciento de las féminas lleva sobre sí ese suma de responsabilidades que puede provocar un estrés permanente y deteriorar la salud física y mental, no obstante, haber demostrado su gran capacidad para combinar hábilmente sus quehaceres y llevarlos a feliz término.
Sin embargo, muchas no piensan más que en esos
compromisos, sin dejar, un tantito así, para ellas: se levantan, corren a la
cocina o al acicalamiento, quizás, del pequeño que debe llevar a la escuela y apresuradamente,
–tal vez un tanto desaliñadas- se dirigen a sus labores fuera del hogar ¿Es o no es así?
Indubitablemente muchas asentirán en cuánta razón hay
en lo que digo, más, aunque sé de ello por experiencia propia, incito a cambiar
ese estilo. Hay que detenerse, aunque sea un instante, a observar nuestra
imagen antes de todo ese ajetreo y concederle su tiempo, que no es menos
importante; y si no le alcanza, será porque no lo incluyó en su agenda
cotidiana.
No es lo mismo una mujer deslucida que una bien
acicalada. No es que la belleza física importe más que la espiritual, es que
ambas han de ir de la mano. Una imagen agradable resalta nuestra valía
personal, es el respeto a si mismo y a quienes nos rodean, a los que le
agradará observar en sus consortes o colegas una imagen pulcra, bien ataviada,
olorosa, algo, por demás, que igual, incluye a los del sexo opuesto, pues no
hay nada más seductor que sentir su fragancia varonil.
La vida te da todo, pero también te quita si no
entiendes sus códigos, si obvias sus mandatos.
Y hablando de cuidados personales, mencionemos algunos que casi siempre obviamos. Empecemos por los pies, parte de nuestro cuerpo que nos sostienen durante toda nuestra existencia, digo, si es que le damos esa oportunidad; y si no veamos, cuántas veces al mes vamos al podólogo, los tratamos mediante masajes, cremas apropiadas; los protegemos con el uso de calzados adecuados, los libramos de las callosidades que van acumulando por su dura función en el día a día. La respuesta la tiene usted misma.
Y hablando de cuidados personales, mencionemos algunos que casi siempre obviamos. Empecemos por los pies, parte de nuestro cuerpo que nos sostienen durante toda nuestra existencia, digo, si es que le damos esa oportunidad; y si no veamos, cuántas veces al mes vamos al podólogo, los tratamos mediante masajes, cremas apropiadas; los protegemos con el uso de calzados adecuados, los libramos de las callosidades que van acumulando por su dura función en el día a día. La respuesta la tiene usted misma.
Así podría ir, de los extremidades inferiores a la
cabeza, por cierto, qué desagradable resulta una mujer desgreñada, con falta de
aseo y arreglo en su cabello, amén de su atuendo, que puede ser sencillo, pero limpio
y adecuado a nuestro cuerpo, al clima, a la moda -si es posible- de acuerdo a la edad, a la hora del día. Tampoco
olvide que las extravagancias llaman la atención, pero no para bien, pues no es
lo mismo vestir para actuar en el teatro, que para ir al trabajo o visitar un
enfermo.
Y qué bien que en el día, antes de el duchado matinal y
vespertino, dediquemos 15 minutos al relajamiento muscular y mental con
ejercicios que tonificarán nuestros músculos y ayudarán a liberar las tensiones
del quehacer cotidiano.
No diría que con este hacer elevaremos nuestra
autoestima, porque ésta va más allá del aspecto físico, pero de seguro le
proporcionará el placer de sentirte, primero, satisfecha con contigo misma, y
luego, admirada por cuántos encuentres a tu paso.
Amiga, entonces
pienso que, vistas las cosas de esta manera, la idea no es fútil, es salud,
belleza, amarse y ganar la admiración de cuántos te rodean.
Sí, hay que trabajar también para elevar tu yo. Ello,
con algo más, puede ser el elixir de tu vida.
¡Feliz día!
7/03/16
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