Por Denis María Reyes
Deseo hablar y no sé cómo; o sí , lo que pasa
es que no encuentro la manera de hacerlo sin repetirme, porque se trata de un
tema nada desconocido; sino, por el contrario, ampliamente abordado por muchos
y, si no en todas, en la mayoría de las publicaciones mundiales: el derecho a
la libre determinación de los pueblos.
A diario se conoce sobre la intromisión de
gobiernos en los diferendos de Naciones X,
que pueden estar lo mismo en el Medio Oriente, que en África, en
Latinoamérica; o en una que otra Islita caribeña o de distintas latitudes, en
las que, principalmente, los países poderosos del Mundo, tienen un interés
definido, ya sea económico o político.
Por supuesto, las acciones se disfrazan: que
si, por razones “humanitarias”, porque el “terrorismo” está exterminando a esa
“pobre gente”, para “proteger” a los inocentes y “salvaguardar” su patrimonio,
para “acabar” con la pobreza y el hambre, con los problemas de salud… sin
embargo las imágenes publicadas dicen exactamente lo contrario.
¿Podremos hablar de acciones humanitarias
cuando inversamente se acentúan los flagelos que debilitan, destruyen los seres
humanos, su medio ambiente y su peculio personal? ¿Podrá pagarse la pérdida de
una vida con un bolso de alimentos, medicinas o mantas, tras ser destruida una
población entera? Para qué quieren la
asistencia si le arrebataron al hijo, al padre, a la madre.
Conflictos internos siempre los habrá, al
menos esa es mi convicción. En las familias los hay, por qué no ocurrirían en
las Naciones; pero es ahí el punto: no introducirse en los asuntos ajenos,
porque de esa forma más que disminuir, se incrementan los daños.
Sin embargo, con métodos políticos no
injerencistas se puede contribuir a la solución de las divergencias, pero con
alimentos, medicinas, asistencia técnica, educación e instituciones destinadas
a proteger, en esos aspectos, u otros, a los necesitados.
La entrega de armas, la venta de éstas, los
bombardeos o ataques de cualquier índole no beneficia a los beligerantes, mas a
los “intermediarios” que las suministran sí. Cuando menos se llevan la mejor
“rebanada” adueñándose de las riquezas naturales ajenas e instalando sus
fuerzas militares en puntos estratégicos para aumentar su dominio global.
Pero si malo es el sufrimiento y las pérdidas
humanas y materiales de los pueblos, también lo es que hay países igualmente
potentes que se repliegan a estas naciones rectoras de la beligerancia mundial
de hoy en día, sin darse cuenta que, mientras éstas arraigan sus garras en
cualquier punto del planeta, ellos menguan su propia autonomía.
¿Será que a esos Gobernantes solamente les
interesa, más que el colectivo, su bienestar personal, su posición individual?
Y por solamente reforzar la idea de lo que
realmente necesitan los pueblos recordemos que, en lugar de metralla, el
compromiso apremiante con la humanidad es la erradicación de la pobreza extrema
y los restantes males que ésta incluye.
Evidentemente es difícil no repetirse, pero
dice la voz popular –la más sabia- que una gota de agua sobre una piedra, con
la constancia, puede llegar a perforarla.
Desde ese punto de vista, vale la pena
redundar sobre estos asuntos.
22/02/15
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