Por Denis María Reyes
Seguir hablando sobre la reducción de los agujeros de
la capa de ozono continúa siendo una perentoria necesidad, pues –según estudios
científicos- aunque la brecha se ha ido achicando, el peligro sigue ahí, ya que
los daños que derivan de esta anomalía sobre la capa superior de la atmósfera, todavía
es muy perjudicial para el hombre y su entorno.
Retomar la campaña para reducir los usos de los clorofluorocarbonos (CFC), gases
causantes del debilitamiento de la ozonosfera, siempre aflora cada 16 de
septiembre, Día Mundial de la lucha por la protección de la capa de Ozono, sin
embargo la cruzada en defensa de la vida y contra la penetración en la tierra
de los rayos ultravioletas, ha de ser permanente, razón que asiste para no
descansar en la crucial batalla.
Durante los meses de septiembre y octubre, debido al clima
sobre la Antártida, en esa zona, se produce un debilitamiento del ozono
–explican expertos- dejando mayor libertad a los rayos solares para incidir
sobre la tierra; pero, si el hombre, con el uso de sustancias químicas dañinas,
quebranta las leyes naturales, indudablemente, el deterioro del ozónido será
mayor.
De ahí la necesidad de que los políticos continúen el
cumplimiento de los acuerdos del Protocolo de Montreal, firmado en 1987, donde
se regula el uso de los CFC, pliego que se constituyó en un triunfo
internacional, aunque, la verdadera conquista la tendremos cuando la sociedad
humana comprenda el apremio por amparar, ante todo, el importante escudo que
evita la penetración de las dañinos radiaciones, causantes de enfermedades tales,
como el cáncer de piel, entre otras.
Resulta alentador que este fenómeno (el adelgazamiento
de la capa de ozono) uno de los agravantes del cambio climático, se esté rehabilitando
gracias a la disminución de los gases refrigerantes y los aerosoles que dañan
la ozonósfera, pues según algunos científicos, la recuperación del gas azul podría
ser antes de mediados del presente siglo, la fecha preliminar que habían
estimado los propios versados en el tema.
De la misma manera, según reportes de algunas agencias,
reconforta saber que los acuerdos de
París, sobre Cambio Climático, prontamente entrarán en vigor, pues ya se
alcanzó la cifra de países y el por ciento (55) necesarios para su aplicación. Sancionados
ya por las naciones previstas, el importante tratado comenzará a regir –publican-
el 4 de noviembre próximo.
¡Estupenda noticia!, pues han pasado casi 30 décadas
desde que en pro del beneficio humano y del Planeta, comenzara la intención por
regular el uso de los dañinos CFC, gases que alteran el clima; mas, aunque sea
a la altura de esta data, comienzan a
verse algunas luces en el horizonte.
Los incontrolables desastres naturales son cada vez más
feroces, de la misma manera que raras o antiquísimas enfermedades, ya cercanas
al olvido, han recomenzado a azotar al hombre. Ante esto, pregunto ¿Estos
sucesos tendrán que ver con la variabilidad de las condiciones actuales del
planeta, de su clima, de los contaminantes que a diario lanzamos por decenas de
toneladas al éter?
No caben dudas que, como la teoría del big bang, la gran
explosión de la masa compacta de energía y materia, que dio origen al universo,
o como los estallidos de las estrellas, debido a sucesos naturales, nuestra
tierra cruja o desaparezca uno de estos días, pero no me cansaré de decirlo: NO
AYUDEMOS A QUE ESO SUCEDA.
Cuando se desencadenen la furia del viento, las aguas y
el fuego, no habrá ser en este Planeta capaz de dominarla, de la misma manera
que no podremos con el descontrol de las alturas celestes. Vale pues, tomar las
riendas a tiempo y evitar la aceleración de una hecatombe ya advertida tiempos atrás.
Entonces, utilicemos el capital en proteger “la casa de
todos”, en vez de dilapidarlo en apoyar golpes de Estado blandos o “duros”, para
mañosas elecciones, o para apuntalar guerras contra rebeldes de acullá, so
pretexto de acabar con el terrorismo, cuando la realidad -lo saben todos- es
que están cuidando sus propios intereses, como sucede ahora en Siria; y aún
ocurre en otros países de esa región, donde las justificaciones de unos y otros
son insostenibles.
Contrario a lo que dicen, la triste realidad es que por
dondequiera que pasan o sobrevuelan con sus sofisticados armamentos, solamente dejan
desolación y la peor de las alternativas para los sobrevivientes: el éxodo que los
lleva a la orfandad nacional; y en el peor de los casos, igual, a la muerte.
Visto el mundo de este modo, no queda más que, emplazar
a los políticos para que den “una vuelta de hoja” y enderecen su mirada hacia
los rumbos que verdaderamente salvarán a la humanidad.
Detener la Guerra y el Cambio Climático, es el clamor unánime.
16/10/16
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