Por Denis María Reyes
Está claro, la mayor
fortaleza de los humanos no ha sido precisamente la cordura; pues han causado
mucho daño a la naturaleza y ahora es que, limitadamente, están realizando
exiguas acciones para revertir los males ocasionados a nuestro Mundo, daños que
están repercutiendo cual boomerang sobre éste y el propio hombre.
Desde tiempos inmemoriales
el ritmo destructivo ha ido en aumento, lo que advierte que, de seguir así,
nuestros herederos solamente recibirán el despojo de este hermoso paraíso
terrestre.
Mas que en el nuestro,
para muchos la esperanza de salvación está en otros mundos ¡Mira que lo han
buscado! Pero hasta ahora no hay ninguna certeza sobre la existencia
extraterrestre, al menos al alcance de la vista humana. Todavía en nuestra
Galaxia –hasta lo que sabemos- solamente estamos los de aquí; y aún así,
continuamos nuestra devastadora marcha sobre la que sí podemos tocar: nuestra
incomparable Tierra.
Cierto es que no se
descartan las posibilidades de vida en un Mundo X, pero ¿Acaso podríamos vivir
allí como aquí? No será mejor poner los pies firmemente sobre la Tierra. Y si
hubiese un planeta similar; otra, o alguna raza bien distinta a la nuestra en
un astro cualquiera, qué seríamos en ese lugar, sino unos extraños
“aparecidos”. Mire el panorama de los emigrantes; y eso que somos del mismo
planeta y de la misma especie.
¿Si entre nuestros
similares existe la beligerancia y los conflictos de hoy en día; si los hubo en
épocas anteriores, cuando el encuentro del Viejo y el Nuevo Mundo, entre
continentes, países con extremos opuestos y entre los propios convivientes de
las naciones, qué se puede esperar de la aproximación a seres más allá de nuestros
confines? Se me antoja que no seremos para ellos más que meros intrusos,
perturbadores de la tranquilidad, o avivadores de los conflictos de ese astro
X, por nombrarlo de alguna manera. Al menos hasta tanto se reconozcan como
Aliados o enemigos.
No niego la importancia de
las investigaciones cósmicas, las que se hacen y sirven para saber de dónde
venimos, quiénes somos, cómo surgimos nosotros y los planetas, cómo apareció y
funciona este misterioso universo, pues las teorías son diversas; y qué podemos
hacer para mejorar la vida terrestre; y sí, por qué no, hasta para saber de
otros mundos y quizás ayudarlos y ayudarnos, a ser mejores seres. Pero he ahí
la cuestión: que no siempre ese es el objetivo esencial. Más allá del bienestar
de la humanidad, está la competencia por el dominio.
Por eso, no puedo aprobar
de forma absoluta que con tanta pobreza, hambre, enfermedades y carencias, se
derrochen millones en viajes cósmicos -sin negar su utilidad, ya lo dije- en
lugar de resolver primero, la miseria de los terrícolas. Soy fan al
descubrimiento de los misterios del universo, pero sentar bases firmes en
nuestro lugar, y cuidar de éste y su gente -en mi opinión- tiene que ser el
primer objetivo.
¿Cuánto habría reportado a
la humanidad si esas millonadas se hubiesen invertido en solucionar los
flagelos que la aquejan o sanear el planeta que tiene una situación cada vez
más complicada?
Una terrible amenaza
acecha a todos y apenas lo percibimos: el clima se deteriora, y con él,
aparecen la escases de lluvias, enfermedades de la tierra, de los mares y de
todo lo que vive en ella; se eleva el nivel de los océanos, el deshiele es
indetenible, la desertificación no puede ser más evidente, el agua se agota,
los suelos se secan, arrojan llamas, se agrietan, explotan … la tierra no
aguanta más la carga de contaminantes que a diario está debilitando sus
atributos.
Los pobres piensan... ¡Los
pobres! en cómo matar su hambre, los ricos en seguir llenando sus arcas y los
políticos en cómo continuar en el poder; y aún más, llegar a situarse en la
cúspide del Mundo y hasta de universos -si existiesen- ajenos.
Esta humanidad, ha
sobrevivido a terribles catástrofes naturales, pero... ¿Hasta cuando resistirá?
Es preciso reconocer que
tirando hacia lados diferentes, jamás podremos proteger nuestro mundo.
Unámonos en ideas y acción
y salvaremos la humanidad.
26/6/15
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