Por
Denis María Reyes
Por
siglos hemos sobreexplotado la naturaleza de nuestro Mundo,
lesionando sus más elementales recursos, riquezas vitales para la
"salud" de ambos. Es que hemos olvidado que somos parte
indisoluble de éste, que dependemos de él y que cuando el mismo
enferma, el contagio nuestro es inevitable, de la misma manera que
sus carencias serán las propias.
Ya estamos en el umbral de la próxima Cumbre de Cambio Climático; por eso es el afán de que se interiorice el daño que hemos causado al Ambiente, allí será el lugar ideal para luchar por la disminución gradual de cuantos químicos y procederes afectan la atmósfera.
El cambio climático, definen estudiosos del tema, es una alteración grave en el equilibrio ambiental -modificación presente en la actualidad- que está derivando en consecuencias funestas para la vida.
Igualmente han precisado que es alto el por ciento de probabilidades de que los gases de efecto invernadero, como el metano, el dióxido de carbono y el óxido nitroso -resultantes de la actividad humana- tienen una alta incidencia en el calentamiento de la tierra.
Son resultado de la alteración climática, el aumento del nivel del mar y de las temperaturas media de la tierra y del primero; incremento de la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos; cambios en los ecosistemas; el peligro de extinción de numerosas especies vegetales y animales y las sequías, así como son más frecuentes los efectos negativos sobre la agricultura, la especie forestal y la salud humana, entre otros.
Pocos desconocen lo dicho anteriormente, sin embargo se sigue devastando la naturaleza; y quienes pueden laborar conjuntamente para frenar el deterioro ambiental, o están dominados por pura codicia, o por prescripción de los magnates de las mega millonarias industrias.
Aunque, hay que reconocer que en los últimos tiempos es evidente un mayor interés por contener las acciones que dañan el clima y en sentido general el hábitat, sin embargo, aún las políticas, los proyectos y el accionar de muchos de los representantes de los países en las Cumbres, está lejos de las urgentes medidas que se requieren para revertir la crítica situación ambiental.
Somos testigos del ruinoso estado en que quedan las naciones tras los incontrolables fenómenos naturales. Contra esos, poco podemos; mas, la disminución de algunas de las causas que los provocan, está en el poder de decisión de muchos. ¿Qué será de la humanidad si a las calamidades fuera del control humano, les seguimos sumando las originadas por un irresponsable actuar?
Los hechos indican que llegó la hora de valorizar el aforismo, "en la unión está la fuerza", motor que lo mueve todo y el hombre, enterado de ello, ha de utilizarla conveniente e inteligentemente para preservar la vida y la mayor de las riquezas que posee: el portentoso planeta Tierra.
La "casa grande", nuestro Mundo, está amenazada; y no precisamente por extraterrestres, sino por el propio hombre, que con sus desmanes, está variando su clima; no obstante, aún quedan esperanzas, expectativas centradas en la Cumbre de París, a celebrarse el próximo diciembre, donde han de ratificarse y trazarse las políticas dirigidas a conseguir la disminución de los daños causados.
No caben dudas de que allí habrá acuerdos, pero tan importante como eso, será la plausibilidad de las propuestas, tanto en contenido como en la objetividad de su cumplimiento y de los plazos previstos.
¡Ojalá que esta vez no quede la posibilidad en el intento!
Ya estamos en el umbral de la próxima Cumbre de Cambio Climático; por eso es el afán de que se interiorice el daño que hemos causado al Ambiente, allí será el lugar ideal para luchar por la disminución gradual de cuantos químicos y procederes afectan la atmósfera.
El cambio climático, definen estudiosos del tema, es una alteración grave en el equilibrio ambiental -modificación presente en la actualidad- que está derivando en consecuencias funestas para la vida.
Igualmente han precisado que es alto el por ciento de probabilidades de que los gases de efecto invernadero, como el metano, el dióxido de carbono y el óxido nitroso -resultantes de la actividad humana- tienen una alta incidencia en el calentamiento de la tierra.
Son resultado de la alteración climática, el aumento del nivel del mar y de las temperaturas media de la tierra y del primero; incremento de la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos; cambios en los ecosistemas; el peligro de extinción de numerosas especies vegetales y animales y las sequías, así como son más frecuentes los efectos negativos sobre la agricultura, la especie forestal y la salud humana, entre otros.
Pocos desconocen lo dicho anteriormente, sin embargo se sigue devastando la naturaleza; y quienes pueden laborar conjuntamente para frenar el deterioro ambiental, o están dominados por pura codicia, o por prescripción de los magnates de las mega millonarias industrias.
Aunque, hay que reconocer que en los últimos tiempos es evidente un mayor interés por contener las acciones que dañan el clima y en sentido general el hábitat, sin embargo, aún las políticas, los proyectos y el accionar de muchos de los representantes de los países en las Cumbres, está lejos de las urgentes medidas que se requieren para revertir la crítica situación ambiental.
Somos testigos del ruinoso estado en que quedan las naciones tras los incontrolables fenómenos naturales. Contra esos, poco podemos; mas, la disminución de algunas de las causas que los provocan, está en el poder de decisión de muchos. ¿Qué será de la humanidad si a las calamidades fuera del control humano, les seguimos sumando las originadas por un irresponsable actuar?
Los hechos indican que llegó la hora de valorizar el aforismo, "en la unión está la fuerza", motor que lo mueve todo y el hombre, enterado de ello, ha de utilizarla conveniente e inteligentemente para preservar la vida y la mayor de las riquezas que posee: el portentoso planeta Tierra.
La "casa grande", nuestro Mundo, está amenazada; y no precisamente por extraterrestres, sino por el propio hombre, que con sus desmanes, está variando su clima; no obstante, aún quedan esperanzas, expectativas centradas en la Cumbre de París, a celebrarse el próximo diciembre, donde han de ratificarse y trazarse las políticas dirigidas a conseguir la disminución de los daños causados.
No caben dudas de que allí habrá acuerdos, pero tan importante como eso, será la plausibilidad de las propuestas, tanto en contenido como en la objetividad de su cumplimiento y de los plazos previstos.
¡Ojalá que esta vez no quede la posibilidad en el intento!
18/10/15
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