Por Denis
María Reyes
En lo que a escala de valores se refiere,
hablando de la manera que lo hacemos, parecería
que en lugar de ascender
hicimos lo contrario, cuando, por un
elemental razonamiento, bien sabemos que la mayoría de la población
juvenil transitó, y continúa haciéndolo,
por caminos permeados de preceptos destinados a
hacer de cada uno un ciudadano ejemplar, así que, es
claro, que debe haber más ganancias,
que pérdidas.
Que hoy no todos
son un dechado de virtudes, eso lo sabemos, como igual, apreciamos que la
inmensa mayoría de los jóvenes cubanos son el reflejo de una causa progresista
que no ha regateado esfuerzos en su educación; aunque no desconozco las brechas
que ha tenido el sistema educativo, sobre lo que, no obstante, se trabaja con
ahínco en pos de corregir estas fallas.
Cierto,
en nuestra sociedad hay jóvenes con una
lamentable conducta, pero pregunto, entre 100, por ejemplo, ¿Cuántos? ¿Acaso
podremos decir que esas minarías son el patrón de
ellos?
Es evidente que la execrable
actitud es poco significativa al compararla con la excelente
educación de la generalidad de la población joven.
Y aclaro,
hay que reconocer que los jóvenes tienen las ganancias de hoy porque
tuvieron las oportunidades que le dio el sistema social en que viven y la
certera guía de sus “mayores”;
sin embargo, son ellos y no otros, los que repletan — y de
ellos es ese mérito — los
tecnológicos, las universidades, las instituciones científicas, los centros de enseñanzas médicas,
de la cultura en su amplio sentido; e igual, los que enaltecen, con su exquisita profesionalidad y entereza,
la Nación cubana y cualquier lugar del
mundo donde prestan sus
servicios.
No hay campo
laboral donde la mayoría de su personal no sea joven; y muchos de ellos
eminentes, lo que no es por casualidad, sino por la esmerada formación gratuita
— que lo sepan todos — que han recibido de este Sistema Político, tan
perjudicado por los enemigos de la Revolución cubana.
Y digo lo
anterior para deshacer el cuño de “que la juventud está perdida” En todo caso,
eso sí, que hemos de afanarnos en el “rescate” de quienes han extraviado el
camino, pérdida en la que no estamos exceptos de culpa ni nosotros, ni el
Sistema Educacional, ni las familias, ni las escuelas, pues no fuimos capaces de
advertir a tiempo el desvío, que no por ser minoritario, deja de ser importante.
En el siglo XIX,
manifestó el Sacerdote, educador y Escritor italiano, San Juan Bosco, “no hay
jóvenes malos, sino jóvenes mal orientados”. Y si nos atenemos además a la
consideración de nuestro Héroe Nacional José Martí, “La Juventud es la edad del
crecimiento y del desarrollo, de la actividad, y de la viveza, de la imaginación
y del ímpetu”, entonces, podremos calcular cuánta responsabilidad tenemos en la
formación correcta de nuestros hijos, de esa juventud de que hoy
hablamos.
Esta es la razón
que asiste para no “hacer leña del árbol caído”, sino, por el contrario, abonar
el terreno para que renazca tan frondoso como el “tronco” que le dio
vida.
Llegó la hora de
enderezar y seguir la obra, pues, según adagio del pintor y escultor español,
Pablo Picasso, “El camino de la juventud lleva toda una
vida”.
Viéndolo así, nadie está perdido, sólo es momento de acrisolar los métodos y proseguir la obra.
Viéndolo así, nadie está perdido, sólo es momento de acrisolar los métodos y proseguir la obra.
12/09/15
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